sábado, 30 de octubre de 2010

El Planeta Llama

Dicen que El Planeta tiene unos límites materiales y nosotros estamos empeñados en sobrepasarlos.
Si El Ser Humano continúa sobrepasándo esos límites, el nivel ecológico llegará a un grado de sobreexplotación que será incapaz de aguantar por La Tierra que pisamos.
Piensen como podría ser que el hombre se hiciera amigo de La Tierra. Esa tierra que le puede devolver la salud a la matería y a la inteligencia humana.
Piensen y dejen aquí sus opiniones. La Madre Tierra se lo agradecería y la Naturaleza se lo iría regalando.












jueves, 21 de octubre de 2010

Un Silencio Que No Suena


Buscó el poeta el silencio
que su espíritu anhelaba,
un silencio suave y hondo
malquería...
en su mente y en su alma.

Un alma que no entendía
una mente que no hablaba,
un silencio suave y hondo
que no suena...
ni siquiera de mañana.

Así se escondió el poeta
igual que se esconde el alba,
recogió su corazón
lo guardó...
y con él guardó su esperanza.

El alma se le sumió
en su profundo silencio,
la esperanza se quebró
¿y el corazón?...
al final sonó un requiebro:

Y el requiebro
al final estableció:

"Un sitio para el amor
y otro para la esperanza".

Lía

Cuando el sentimiento no encuentra al mundo, el poeta busca el silencio. Pero si el silencio no suena, se esconde su corazón, y con él se esconden su mente y su alma.
Es necesario un vendaval que lo sacuda de nuevo, al alba, para que su alma entienda que por mucho que el silencio no suene, siempre habrá un lugar para La Esperanza.






jueves, 7 de octubre de 2010

Un Atardecer


Lo que van a leer a continuación es un poema un tanto especial que mi mente se esforzó en traducir contemplando una puesta de sol que Carlos Blanco Sánchez puso delante de mí en una simple foto.
Mi mente la asoció con aquella que en su día contemplé en aquella otra tierra, en África. Se unieron las dos facultades, mente y sentimientos y el resultado fue el que leerán a continuación.

UNA PUESTA DE SOL

Se escondía El Sol a lo lejos
y La Tierra se adormilaba,
un caminito de luz
en El Cielo se colaba,
y llegaba hasta tú y yo
y en tus manos...
en el hueco de tus manos
suavemente descansaba.

Un Sol que desaparecía
pero grande se adivinaba,
un resplandor casi mágico
que desde El Cielo bajaba,
y una estela de luz
a La Tierra se caía,
y esa Tierra...
con amor lo cobijaba.

Y así se difuminó
con la noche y la mañana,
con el alba dormilona
y la noche que se acercaba,
un suspiro de nostalgia
un cansancio largo, largo
y un sueño muy, muy profundo:

"Un sueño reparador
que El Sol agradecía...
¡Con el Calor de su alma!".

Lía

El poema me lo inspiró la imagen que puso delante de mi mi amigo Carlos. Y la foto es la que rescaté aquella noche en el continente africano.

lunes, 4 de octubre de 2010

Palomas al Viento


Mi amigo Carlos, desde su tierra de Salamanca, me hizo llegar un "Vuelo De Palomas" que por azares de la vida, don Miguel de Unamuno desde niño contempló, y que desde su corazón Carlos, con infinito amor, lo transcribió.

PALOMAS AL VIENTO
Desde Anaya, seguido por la niebla,
he visto pasear a don Miguel
y a un cortejo de tunos, por La Rúa,
envueltos en sus capas, detrás de él.

La niebla lo apremiaba, misteriosa,
y al llegar al Corrillo, en S. Martín;
aterido, Unamuno, entró en la plaza,
repleta de jolgorio estudiantil.

La cara entumecida por el frío,
de un gélido febrero, le llevó,
a cobijarse dentro del Casino,
mientras daban las cinco en el reloj.

-¡Menuda tarde!, don Miguel... ¡Qué frío!...
-Salí del puente y aún lucía el sol...
Fuí a ver el río, pues baja muy crecido...
-¡Pase usted!, don Miguel y entre en calor.

Subió las escaleras del Casino.
Con cierta parsimonia fue a observar
a través del cristal de una ventana
que mira hacia la plaza Libertad.

El vaho retiró meticuloso
y pudo don Miguel, así atisbar,
a un grupo de muchachos que jugaban
con un palo, en la tierra a dibujar
Palomas con las alas extendidas
y ansiosas, todas, de poder volar.

-¡También quiero volar!... -dijo extasiado-
¡Quiero ser siempre el niño que un día fuí!...
A pesar de los años que han pasado...
Nadie podrá impedirme ser feliz.

Y al esbozar efímeras Palomas
que el vaho se apresuraba en deshacer;
yo pude ver, en don Miguel, al niño;
mientras su sueño era poderlo ser.

Al rato, se fue a casa y, al momento,
el mismo abrió la puerta del balcón;
sus dos manos abrió, con gesto lento,
al tiempo que , Unamuno, así exclamó:

-¡Volad entre la niebla!, eternamente...
¡Qué infinito os colme el corazón!
Ansié volar, pero no era consciente...
A mí, el don de volar, no se me dió.

Dicen que, por las noches, se entretiene,
entre otras muchas cosasa don Miguel,
en hacer pajaritas con sus manos;
en hacer pajaritas de papel
y en lanzarlas al viento, como un niño,
como el niño que fuera don Miguel.

Autor
Carlos Blanco Sánchez
"DIÁLOGOS CON DON MIGUEL"