No advertí tu presencia
no atendí tu llamada,
hice oídos sordos
y tú...
seguiste en ello empeñada.
Tus ojos sin un color
y en ellos una lágrima,
aquellos que en su día fueron
santo y seña...
mi bandera y mi aliada.
Tu perfil suave y sereno Una sortija cruzó
y tu cara maquillada, el firmamento en que estaba,
con el suave melocotón se colocó en mi balcón
que sabes... y fue a parar a mi almohada.
a mí tanto me gustaba.
Y allí de pronto entendí
Incluso no vi tus puntas quien era y es mi aliada,
ni tu carita mojada, aquella que me sonríe
ni tus labios rojo fuego en la noche enmarañada,
ni tus sandalias plateadas. la que cuida de mis sueños
y mis proyectos enmarca.
Pero hoy te vi tal cual eres
con tu cara maquillada, "Y a la que le gusta ver...
tus ojos grandes y azules mi manita ensortijada".
y tu sonrisa encarnada,
tus puntas muy relucientes Lía
y tu mano ensortijada.
No se puede ni se debe renunciar, ni tampoco olvidar, lo que en otro tiempo te ayudó a levantarte.
Yo le escribí a La Luna y ella me contestó y me envió sus mensajes. Mensajes que fueron certeros y que en su día me consideraron.
La Luna tiene una pluma plateada brillante, que es imposible olvidar por todos los que la encontramos y nos disponemos a usarla.
Desde aquí pido disculpas a La Luna, retomo su pluma y su consideración por el arte.
Que la izquierda aprenda la buena nueva de la derecha y ésta entregue la belleza en tacto suave que necesita el ser humano...
ResponderEliminarDesde tu mano izquierda ensortijada la pluma,
ResponderEliminarno puede seguir fiel, acechando a la luna.
Será tú diestra la que guie la senda que ella,
esperará lisonjera, porque nunca se desmalla.
Dionisio, nunca lo había pensado. Eso de la mano dcha y de la izda. Pero si te digo la verdad, yo creo que la Luna no atiende a esas cuestiones.
ResponderEliminarPor lo menos yo nunca lo he tenido en cuenta, y La Luna me sigue escuchando y atendiendo.
Pero de todas formas lo tendré en cuenta y se lo preguntaré.
Gracias por la aclaración, "maestro".