miércoles, 20 de junio de 2012

Unas Botas Especiales


Les voy a contar una historia que, al principio tiene algo de leyenda. Una leyenda que yo nunca me creí, hasta que no la vi materializarse, con mis propios ojos.
Mi pueblo tiene nombre  de Arcángel. Pero no de un Arcángel cualquiera. El Patrón de mi pueblo es el Capitán de los ejércitos del Cielo. S. Miguel para más señas.
Cuando yo era pequeña mi abuela me decía muchas veces, que si era una buena niña, le hacía caso a mamá y a ella, que S. Miguel me cuidaba para que no me pasara nada malo. Y cuando fuera mayor, me iba a llevar de la manita por la vida. Y cuando fuera muy ancianita, S. Miguel venía y me llevaba con él al cielo.
Y esa era la creencia que había y hay en mi pueblo.
Así que como se suponía que yo era una buena niña............por lo menos para mi abuela.............S. Miguel me cuidaba sin ningún problema.
Cuando fui mayor,............. ya saben ustedes lo que duran las leyendas..........pues eso duró la de mi pueblo, cuando me fuí de él. Y nunca más me volví a acordar de semejante leyenda........
Pero llegó al hora de volver al pueblo, y también la hora de cuidar de mi padre, anciano y enfermo.
Así pasaron los días e incluso los años, con mi padre mayor, muy mayor y enfermo.
Dos meses antes de morirse, una noche de esas en las que yo me levantaba para asegurarme que estaba dormido y tranquilo, lo encontré despierto y sonriéndose.
-Papi. ¿En qué piensas?. ¿No duermes?. Le dije casi en la puerta de la habitación.
Y un poco contrariado cambió la expresión de su cara, y me dijo:
-Niña, quítate de ahí que no dejas salir al Sr. de las Botas.
Me quedé viendo visiones, y le dije:
-Papi, aquí solo estamos tú y yo.
-Y el Sr. de las Botas. Me volvió a decir.
Mi padre era una persona sabia y estaba completamente lúcida y estuvo hasta el final, sin ningún tipo de medicación, ni cosa alguna que impidiera el normal desarrollo de su mente.
Así que empecé a preocuparme, si no se le estaría "pasando" la cabeza.
Al día siguiente fui al pueblo y me encontré con el cura. Me acordé de la escena de la noche anterior y se lo comenté. Y muy tranquilo me dijo:
-¿Cómo le llamabais aquí cuando erais pequeños a S. Miguel?.
-El Sr. de las Botas. Le contesté rapidamente. Y al momento me quedé fría de la impresión.
-No te preocupes, que ya no es la primera persona de este pueblo que me dice lo mismo cuando está cerca su muerte. Pregúntale a tu padre, si ese Sr. lo cuida de noche. Y lo que si te digo es que a tu padre ya no le queda mucho tiempo entre nosotros.
A la noche siguiente ya no me fui a la cama, allí estuve hasta que vi como cambiaba la expresión de la cara de mi padre. Se despertó y se puso muy contento, tranquilo y relajado, con las piernas estiradas (él no se podía mover solo) y la cara feliz, como un niño pequeño.
Me imaginé que había llegado el Sr. de las Botas, y le pregunté despacito, porque me daba miedo romper aquello............Papi, ¿está aquí ese Sr.?. ¿Qué hace, te cuida?.
-Si hija. Me dijo. Me cuida y me acaricia la cara y las piernas. Tú vete a dormir que Él ya esta  conmigo hasta que me duerma.
Flipando me quedé yo. Y perdonen la expresión.
Desde ese día, cuando me iba a la cama, dejaba en el sillón de la habitación de mi padre el cojín bien arregladito y una mantita pequeña por si el Sr. de las Botas lo necesitaba.
Pero aquello no duró mucho, tal y como dijo el cura de mi pueblo. A los dos meses, un buen día mi padre se quedó demasiado quieto y me di cuenta que ya se moría. Llamé al médico, pero no hubo nada que hacer.
Mi padre estaba muy malito, pero tenía una cara de felicidad que era imposible creérselo. Ya casi no hablaba, pero le pregunté a ver quien estaba con él y me dijo todo feliz y risueño:
-El Sr. de las Botas y Mami.
A mí ya no me cabían las lágrimas en el pañuelo. No sabía por qué lloraba más, si porque se moría mi padre, o por la felicidad que se reflejaba en su cara.
Sobre las tres de la tarde de aquel 15 de enero, nevando como nevaba, le cogí las manos a mi padre, me miró a los ojos y con una sonrisa preciosa en su cara arrugadita y macilenta, me dijo:
-MAMI..................Y se durmió feliz y sonriente.......................

Supongo que el Sr. de las Botas lo llevaría derechito al cielo.
Y desde entonces, S. Miguel es para mí.............todo lo que no fue en el tiempo que me alejé de mi pueblo. Por eso la leyenda fue leyenda en su tiempo.................Ahora ¿Cómo le llamarían ustedes a la leyenda?.

Y ¿Por qué a mi padre?. Porque mi padre era un ser especial, además de ser una persona buena.

PORQUE ERAS ESPECIAL
Porque eras especial
porque fuiste sabio y bueno,
porque usaste la libertad
y supiste valorar...
el cariño de tu pueblo.

Por eso Papá
te fuiste hasta el cielo,
en un colchón de nubes
con los Ángeles...
y el aroma del incienso.

Hasta siempre Papá,
un gran beso,
Nos veremos en tu Cielo.

Lía

Así que yo creo que la gente de mi pueblo tenemos un privilegio especial a la hora de cambiar de vida y entrar en el Cielo. Bueno, la gente buena, tal y como decía mi abuela.
Les muestro una foto de la imagen de S. Miguel que veneramos en mi pueblo.
Como verán tiene unas Botas Especiales, igual que la gente de mi pueblo.