lunes, 29 de julio de 2013

Amanece La Vida


Vamos a rezar una oración por los desastres de los dos accidentes recientes.
Los que sufren por el accidente del tren siniestrado de Santiago de Compostela, y los que hoy han perdido todas, o muchas de sus esperanzas de futuro en el accidente del autobús del sur de Italia.
A los que han pasado a la otra vida, que Dios los acoja en su mansión y en su reino. 
A los heridos desearles un pronto restablecimiento.
A sus familiares, el mayor consuelo posible en este mundo, y el mejor descanso para sus mentes.

No es una oración al uso, pero seguro que Dios nos escuchará, y les abrirá, las puertas de su casa en su reino, y  en este mundo la del consuelo.
Quise escribir el Padrenuestro, pero mi mente lo cambió y acabé hablando de  la VIDA, por si el hombre lo entiende.

Bendito seas Sr. Dios Nuestro
porque nos manifiestas la vida,
por lo que vemos y nos rodea
porque el Universo gira,
y porque Tu, desde tu Cielo hablas
y el Ser Humano...
ni siquiera te entiende.

Bendice Sr. Dios Nuestro
el pan de cada día,
al mundo y a sus gentes
el contar con tus maravillas,
el despertar en el Cielo
y el alba...
con la que amanece la vida.

Bendito seas Sr. Dios Nuestro
por el mensaje que nos envías,
porque el Ser Humano lo entienda
y porque tu palabra,
transforme lo que no es
igual que el agua...
renueva el color y la vida

"Gloria a Dios en el Cielo. Y en la Tierra, paz a los hombres"


domingo, 21 de julio de 2013



LA TORMENTA HIZO
 PARED

¿Por qué creen ustedes que pienso yo que la tormenta tiene pared?. ¿Atravesaron  alguna vez una tormenta?.
          A todo el mundo le ha “pillado” alguna vez una tormenta en la calle o en la carretera. ¡Qué pequeño se ve uno a merced de los elementos!.
          Es como un cristal a través del que no se ve, porque el agua es la cortina, y el granizo, los dibujos que sujetan los hilos y los alargan, estrellándose contra la pared.
          ¿Y de qué pared hablamos?. ¿A usted qué le parece?. Porque en el universo, no hay pared. Esa pared es la maldad, que se ensaña con los débiles y pequeñitos, con los ingenuos y con los que no la pueden entender. Y cuando ya terminó su labor, desaparece como el granizo y deja como secuela el desastre, la decepción, y entonces si que se ve la pared, una pared ancha y larga que ¿quién la podrá deshacer?.
          Una vez leí en un cuento para niños una especie de comparación entre el mal y el bien. La comparación se establecía entre la tormenta y los angelitos traviesos, que al no obedecer a la luna, organizaban en el cielo una buena zapatiesta.
          La luna, de noche, los acostaba en sus camitas y los tapaba con las estrellas. La tormenta quedaba reducida a la nada, agujero del que no debía salir, porque de la nada, nada surge; debe quedar aplastado y sin revivir.
          Pero... y llegó el pero, estaban los ingenuos angelitos que no querían dormir y en vez de soñar cosas lindas, se avisaron, se pusieron las pantuflas , y cohetes se pusieron por el cielo a dirigir. Hasta que los oyó la tormenta y los rayos y los truenos envidiosos (y aquí, y este día apareció la envidia, causante de las mayores fechorías que se cometen en el planeta), salieron del agujero y torcieron la ruta de los cohetes, despistando a los angelitos, que no sabiendo adonde ir, chocaron unos con otros, perdieron la punta de sus cohetes, que en forma de piedras blancas, cayeron a las nubes y los truenos se encargaron de dar forma a la tormenta.
          Pasado un tiempo cortito, la luna se enteró de la algarabía que los angelitos tenían en el cielo. Lloraban todos mojaditos, porque descalzos y sin toallas, no encontraban sus camitas. La tormenta había puesto la noche oscura y se perdían en el cielo. Uno llamaba al otro y un trueno desaparecía su llamada a lo lejos. Y así una y otra vez, hasta que el miedo se apoderó de ellos y su llanto era cada vez mas fuerte. Ese llanto caía a las nubes, mojaba a la luna, y las nubes ya llenitas, muy fuerte muy fuerte, lo dejaban caer a la tierra.
          Con todo este ruido, la luna salió de su placidez y se dio cuenta del estropicio que había en el cielo. Buscó a todos los angelitos, los juntó y cuando ya no faltaba ninguno, los envolvió en toallas blancas y amarillas, les quitó una lagrimita, les puso pantuflas nuevas, los riñó con amor de madre y los llevó a sus camitas. Los acostó y los tapó con estrellas, pero esta vez, encargó a esas estrellas que unieran sus puntas para que nadie molestara a sus luceros.
          Los angelitos, calientes y arropaditos se durmieron. Pero, al fin y al cabo eran chiquitos y antes de dormirse, se guiñaron un ojo y acordaron otra travesura. ¿Para cuándo?. Para cuando no los vigilara la truena.
          Cuando todo se calmó, la luna volvió a meter en el agujero a la tormenta, pisó a los rayos y tapó con palos los truenos. Pidió disculpas al cielo y volvió a su placidez de siempre.
          Pero se olvidó de una cosa. Se olvidó de sellar los palos del agujero y por allí salió la envidia, la envidia que tiene la tormenta, a todo lo que nace y crece feliz y bonito en la tierra, y que ella se encarga de destruir en cuantito que pueda.
          Esa envidia se nos pegó a los humanos, que somos tan brutos que hacemos lo mismo, lo mismo que hace la envidia de la tormenta.

                     
                                                                      Lía


            Este cuento pequeñito lo escribí hace ya unos años, y el otro día me acordé de él con la tormenta que caía. Así que lo busqué, lo reduje un poco y aquí se lo enseño. 
             Un poco infantil ya lo se, pero los niños que yo tenía en el cole entonces tenían 6 añitos y para ellos resultó admirable. ¡Les aseguro que no salían de su asombro!!!. Lo que más les gustaba era que por el cielo había cohetes teledirigidos.
Y a ustedes.............¿Qué es lo que más les gusta!!!.

sábado, 13 de julio de 2013

El Agua Sobre La Tierra


El Cielo se preguntaba
si tendría agua La Tierra,
con todo lo que producían
los saberes de los hombres,
que estudiaban...
los principios de la ciencia.

Y en el saber aprendido
a prueba está la conciencia,
el mundo dice despacio:
¡Repartiros las riquezas!!!,
cada uno lo que es suyo
lo nuestro...
y lo de La Madre Tierra.

Por la que crecen las flores
el agua, una de ellas,
las flores y los que viven
cuidadla mientras se pueda,
después ya sería tarde
muy tarde...
El Cielo se enfadaría
la nube miraba triste,
¡era vieja, ya muy vieja...!!!

                    lía


Una nube que mira triste, es una lágrima que llora. Llora por lo que fue, y se perdió por los caminos de la pereza.
Busquemos lo que fue, y asestemos un gran golpe a la pereza.