domingo, 28 de octubre de 2012

El Pan Bendito


En mi pueblo. Cuando yo era pequeña, pequeña de pequeña............. los domingos a las 12 de la mañana empezaba la misa.
Todo el pueblo iba a misa. Si faltabas, decía mi madre que te ponían falta. Yo nunca entendí mucho aquello de que te ponían falta...........pero como lo decía mi madre... pues eso. A misa todo el mundo.
Te ponían el vestido mejor y más nuevo que tenías, y hala...........a misa.
Llegabas y sin hacer ruido (esa era una de las condiciones más importantes), te sentabas en uno de los bancos de más adelante, porque ese era el sitio de los niños. y aunque no entendías mucho lo que decía el cura, estabas allí esperando que llegara el momento más importante de la misa.
El cura se llamaba D. Conrado. Y el pobre tenía una paciencia como un santo, con la banda de chavales que éramos entonces. Y el "Tío Quiquillo", el abuelo de Arturo, era el mayordomo, que decía mi padre. Que a ver..........., yo tampoco sabía lo que era quello de mayordomo, pero al tío Quiquillo lo queríamos todos los chavales un montón.
El tio Quiquillo era el primero que llegaba a misa, con una hogaza de pan debajo del brazo. Iba para la sacristía, partía el pan en trocitos pequeños, y los echaba en una cestita pequeña. Se llamaba el cestillo del pan bendito. Y cuando llegaba el momento culminante.....................
El momento culminante de la misa para los peques era el de después del sermón. El tío Quiquillo cogía el cestillo en una mano y en la otra la cesta de pedir. Pasaba por todos los bancos y, te daba un trocito del pan que antes había bendecido el cura, a cambio de una moneda para la otra cesta.
Podía ser que no tuvieras moneda...........De hecho los niños nunca teníamos moneda, y entonces nos decía:
-Hoy te doy el pan igual sin moneda, pero para el domingo que viene no te lo doy.............que lo sepas.
Y cuando llegaba el domingo que viene, como tampoco tenías moneda, te daba el pan y te volvía a decir lo mismo.
Ahora que pasaron de aquello muchos años, algunas veces pienso:
-¡Qué tendría aquel pan, que sabía a gloria???.
Ahora, el cura de mi pueblo, a los niños, después de misa les da las formas sin consagrar que hicieron las monjas demás para ese menester. ¡Y los tiene allí como clavos!!!.
Así que ya saben en mi pueblo cuando yo era pequeña, de muy pequeña...........en misa nos daban pan bendito, que estaba ¡buenísimo!!!!!!!!!!!!!.

El chico de la foto no es "El tío Quiquillo", que quede claro. Pero la hogaza que llevaba a misa era tan grande como la más grande de las que vendía el muchacho.

Lía


                         

4 comentarios:

  1. ¡Qué bonito Lía! Esta pequeña historia me trae aromas y sabores diferentes; sonido de campanas, bajo un cielo azul y radiante, mientras con el vestido de los domingos, caminamos alegres, hacia la iglesia.

    Isabel

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  2. Así es Isa. Pienso que las tradiciones de los pueblos no deberían perderse, porque por algunas de esas tradiciones, vuelve la gente a los pueblos. Y si no vuelves.............te acuerdas toda tu vida de cual era tu pueblo.
    Un abrazo y gracias por leerlo.

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  3. MI querida Lía,
    desde siempre, cuando yo tambien era pequeña de pequeña, ( un guiño para tu escrito) ;-) me gustó de escuchar historia y anécdotas a los mayores, y aún hoy, me sigue gustando y esta me ha recordado a esas historias, a esos recuerdos bellos que me llegan al alma. Como dice nuestra querida Isa, hace venir aromas de la niñez...Yo no soy de pueblo, pero al de mis padres, que son de toda mi familia y siguen muchos viviendo allí, lo amo como tal, y siempre siempre digo mi pueblo, porque así me nace, no me veo diciendo el pueblo de mis padres, no me sale. Gracias por compartir siempre tus recuerdos y sentimientos, bella Lía. Un abrazo. <3

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  4. ¡Hola Nenúfar!!!.
    los pueblos tienen bellas historias y bonitas, muy bonitas leyendas.
    Particularmente, esta no es ni una historia, ni una leyenda...........Es pura realidad. Yo misma comía el pan bendito todos los domingos. Y entre otras cosas, los peques íbamos todos a misa, yo creo que por el pan bendito.
    Por ejemplo, cuando mi hijo era así de pequeño también, no iba misa por el pan bendito, porque ya el Tío Quiquillo se había muerto y con él se perdió esa costumbre.
    Pero mi madre, cuando se iba a misa, le dcía:
    -Abuela. Un besín que me voy a misa.
    Mi madre le daba un beso. Mi hijo ponía la mano y mi madre le daba 100 ptas de las de antes, para que las gastara en el quiosco al salir de misa.
    Si no iba a misa, no había ptas.
    La cosa era así.
    Un abrazo fuerte bonita.

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