jueves, 29 de julio de 2010

Se Removió La Luna


Lo que van a leer a continuación fue producto de una larga noche de insomnio. Una de las muchas que un poeta, como ser humano que es, tiene en su vida.
Y esa noche, a través de mi ventana contemplando La Luna, hubo un momento en que en su redonda figura algo se movió, y mi pluma empezó a transcribir lo que sus húmedos labios decían:


Si La Luna estuviera amable
y La Tierra girara cada día,
no estaría oscura la noche
y la gente,
alegre y feliz se vería.

Si La Luna pintara libre
lo que La Tierra demandaría,
no tendrían que lamentarse
ni el hombre,
ni el planeta que la acogería.

Si La Luna al fin se meciera
en los brazos
de su Tierra querida,
la noche no sería noche
y con El Sol,
el día renacería.

Pero así:
ni La Luna está alegre
ni La Tierra protegida,
el planeta no tiene dueño
y la gente ,
planea distraida
por los aledaños que encuentra
y que son,
propiedad desconocida.

Así La Luna lloraba
y la noche se oscurecía,
y allá dentro, en tu alma
sonaba una voz,
esa que La Madre Tierra
ni siquiera reconocía.

Porque era una triste voz
que gritaba,
muy muy perdida
por aquella su Tierra de antes,
esa que El Universo
no la consideró,
y se convirtió en arcilla.

Y es que La Luna y La Tierra siempre viajarán unidas.
Igual que la mente del hombre se debía de acoplar a la voluntad que más lo reconciliara con la vida.

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