jueves, 12 de agosto de 2010

Sería..............


Les voy a contar una historia que entiendo que les cueste creerla, pero me pasó a mí, y aún así no me había decidido a contarla hasta ahora. Por eso quiero que mis amigos la conozcan y además, quiero buscar a Javier y pagarle el café que aquel día los dos apostamos.
Corría el año 2000 de nuestra era y más o menos el mes de Marzo de nuestro actual calendario. Yo estaba muy malita, con dos operaciones en 6 meses en mi organismo de dos enfermedades serias por obligación y porque el mundo se enfrentó a mí y se propuso que fueran mortales.
Ingresada en la clínica madrileña "Nª Sra de América" para ponerme un tratamiento de quimio que según los médicos decían era de lo más suave, pero que en mi organismo funcionaba como una bomba de relojería y directamente me destrozaba.
Después de unos 10 ciclos ya de aquel calvario, una tarde llegamos a Madrid, al policlínico de la citada clínica donde tenía su consulta de tarde el doctor Moyano, oncólogo prestigioso de Madrid que también hizo conmigo de psicólogo, librándome de unas cuantas pastillas psiquiátricas por aquel entonces. Además de todo lo que habían hecho ya por mí los médicos de mi clínica: La "Clínica Ponferrada".
El doctor aquella tarde programó la quimio que me iban a poner sin escuchar demasiado mis ruegos.Y de repente me vi ingresada en el hospital como otros meses para ver si aguantaba aquel tratamiento que me destrozaba física y psíquicamente, sin que nadie a mi alrededor me consolara.
Y cuando ya todo era irremediable, le rogué a Dios y a quien me quisiera y pudiera escuchar, que pusieran a aquello alguna solución, o que acabara mi vida en este mundo, porque ya no había nada en él que me importara.
Y también así de repente, entraron en la habitación dos A.T.S., chico y chica, que venían a ponerme la quimio.
El chico entró primero. Traía en las manos unos cuantos cables(vías de suero de los hospitales), que yo llamo, todos liados, enrebujados y sueltos y dos bolsas de suero: una era la quimio y la otra un protector de estómago.
Detrás de él, la enfermera no traía nada. Solo las manos en los bolsillos de la bata. Se colocó a los pies de la cama y no se movió de allí en todo el rato.
El chico se colocó al lado de mi cama, de pie y me dijo:
-¡Hola!. Soy Javier y vengo a ponerte esto. Y señalaba los cables todos liados y la quimio.
Yo pensé:
-Pues estamos arreglados. Aquí vamos de mal en peor.
Era un chico muy alto, joven (unos 25-30 años. igual no tantos), delgado, moreno, con el pelo algo rizado, con mirada de niño, ojos azules y guapo, guapo, guapo...........
-Déjame un sitio. Me dijo. Y se sentó en mi cama.

Bueno. La otra parte se la cuento mañana. Es que si no es un poco largo.............. Pero quiero que lo conozcan, por si pueden ayudarme a buscar a Javier.

Lía

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